viernes, 23 de marzo de 2012

La Palabra


Este año los estudiantes tenemos la oportunidad de expresar lo único que nos han dejado los españoles después de la conquista: la palabra. Los estudiantes tenemos voz, sentimientos, inquietudes, y pensamientos, más allá del aula y hacia el interior de la misma. Lo que nos pasa en el exterior nos retumba al interior. Somos de carne y huesos. Somos personas, no números, somos estudiantes antes que nada, estudiantes con voz y voto. Y la palabra, esencial para expresarnos, nos acompañará en las comisiones asesoras. La palabra expresa democracia, porque quien habla es escuchado, quien es escuchado es realizado, y de esta forma nos transformamos en personas antes que en números. La palabra ahora es propiedad de los estudiantes. Pero la palabra juega en la coyuntura que nos convoca un doble sentido, por un lado la palabra es democracia, pero por otro la palabra puede ser un monopolio, quien tiene la palabra tendrá el poder, de eso se trata la política para los que se llevaron todo, dejándonos el tesoro de la palabra. Por supuesto la otra forma de hacer política es difundir la palabra, la democracia oferta palabra. Sin embargo la política está muy devaluada, y por ende la palabra también. Ya no importa la palabra, importan otras cosas.

La política no importa, sino la economía. La economía nos propone aceptar lo “dado”, los gustos, las dotaciones, la tasa de interés, los salarios, el producto de pleno empleo, por ende nos propone caer en un fetichismo. El fetichismo es ese velo místico que le ponemos a las cosas, es decir muchas veces las superdotamos de características que en realidad no poseen: la economía se auto regula, como si fuese algo natural y existiesen fuerzas más allá del hombre; los recursos son escasos como si no existiese la (re) producción; el capital se agrega en una constante “K”, como si el capital tuviese esa facilidad de agregarse por si sólo; la economía neoclásica es la verdad “única”, como si no existiesen otras verdades. La división en economía positiva (lo que es), y economía normativa (lo que debe ser), nos marca el “único” camino a transitar, y el “único” camino de hacer ciencia. La palabra estará subvaluada, pero las matemáticas están muy sobre valuadas (otro fetichismo). Las matemáticas son palabras codificadas, expresan una lingüística sutil, expresan objetividad según quien exprese la palabra. No existe ciencia sin objetividad, no existe ciencia sin matemáticas. La economía nos propone aceptar lo “dado” y las matemáticas a darle el velo para que lo “dado” sea aceptado. Esta economía nos propone justificar el carácter económico del laissez faire, reducidas a través de categorías como eficiencia, utilidad marginal, soberanía del consumidor, etc. Pero nos olvidamos que el laissez faire es una cuestión política. Esta economía nos propone realizar ejercicios donde a partir de un pretérito equilibrio, el gobierno aumenta “G” (gasto), por supuesto nadie sabe por qué, pero esta actitud hostil de la exogeneidad del gasto despierta a la economía del eterno sueño, quedando el gobierno como un ente perverso. Esta economía nos propone demarcar el límite de las acciones del gobierno en esta división de economía positiva-economía normativa, pero nos olvidamos que sólo un liberal haría tal cosa. Esta economía nos propone que los individuos son todos iguales, el capital es todo igual, la inversión es toda igual, el trabajo es todo igual. Para de esta forma, como todos los individuos son iguales, y egoístas, el vicio particular coincide con el interés general; como el capital es todo igual, “S” (ahorro) coincide con “I” (inversión).

El monopolio de la palabra se concentra, hoy, en la teoría neoclásica. Pero hoy, los estudiantes tenemos la palabra. Será cuestión de hacer lo contrario: no aceptemos lo “dado”, no pongamos velos místicos que ocultan el verdadero carácter de las cosas; las matemáticas son matemáticas, no dan cientificidad, la teoría neoclásica es liberal, no objetiva. La otra forma de hacer política es difundir la palabra. Hoy Keynes habla a través de Samuelson, por qué no le preguntamos a Keynes, qué es eso de la demanda efectiva. Hoy Ricardo habla a través de Krugman, por qué no le preguntamos a Ricardo cuál es su teoría del valor, su teoría de la distribución, y del comercio exterior. Otros directamente no tienen palabra, e incluso ni son escuchados, y si la tienen su voz es tan chiquita que son aplacados por los gritos del laissez faire. Creándose el mito de que la heterodoxia consiste en meras críticas a la teoría neoclásica, desde ya esas palabras faltan a la verdad. La heterodoxia posee construcciones teóricas muy distintas, sus palabras son distintas porque su método es distinto, porque sus supuestos son distintos, porque sus categorías son extremadamente distintas.

Los estudiantes no somos todos iguales como cree la teoría neoclásica. Nuestra tarea es darle pluralidad a la palabra, difundir la palabra significa democracia, la democracia nos dignifica. Votemos para que la palabra nos pertenezca, y para que la participación sea palabra en acción.

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